Los Simpson se consolidaron como una de las series más trascendentes de la historia de la televisión y, a lo largo de sus 33 temporadas, lograron cultivar un fanatismo propio de los grandes clásicos: incluso, el programa creado por Matt Groening cuenta con su propia jornada festiva, que conmemora la primera emisión del ciclo y quedó institucionalizado como el Día Mundial de Los Simpson.
La familia más disfuncional apareció por primera vez en El Show de Tracy Ullman, a través de un corto que duró menos de un minuto y se llamó “Good Night”, el 19 de abril de 1987, cuando aún ni se avizoraba el éxito que vendría. En la secuencia, Bart, Lisa y Maggie estaban a punto de dormirse, pero Homero y Marge les provocaron pesadillas.
El epílogo del episodio fue con los cinco acostados en la misma cama, y el capítulo, que duró apenas dos minutos, dejó una huella para el desarrollo de su propio espacio en FOX en 1989, ya con el aval del público y con un formato de media hora.
Curiosamente, en aquellos mini clips los personajes no contaban con la misma apariencia que luego iban a tener durante la serie original, en la que, por los avances tecnológicos y de diseño, también fueron modificando su aspecto. En aquel momento, el director de “Futurama” envió un boceto general y, casi sin cambios, salió al aire en base a sus propios dibujos.
Groening había comenzado a pergeñar a la familia a mediados de los 80, y tomó en cuenta a los miembros de la suya como referencia. El autor hasta se animó a utilizar el nombre de su mamá, Margaret; el de su papá, Homero; y el de su hermana, Lisa, dentro del show que buscaba realizar una crítica social a través del humor y de la ironía.
Al mismo tiempo, la calle de la casa –Avenida Siempreviva 742- fue elegida ya que la universidad en la que estudió el director quedaba en la misma dirección. El característico color amarillo tampoco fue casualidad: la intención era que destacaran por encima de los otros dibujos animados convencionales, atrapando a los espectadores y llamando la atención de los chicos.
Matt Groening dejó su firma escondida en la humanidad de Homero, con sus iniciales: la M está formada por el pelo que está sobre la oreja del padre de la familia, y la G se integra con el contorno del oído.