




Imponente, rústico y letal,
el Belgrano avanza en alta mar,
con el objetivo de cuidar,
nuestras islas que esperando están.
Marinos, capitanes y tenientes,
orgullosos en este navío,
preparados para el combate,
para enfrentar un destino sombrío.
Y llegó aquel día voraz,
el Conqueror lanzó sus torpedos,
impactando en proa y popa,
matando a muchos marineros.
La zona de exclusión los protegía,
y todos confiaron con creces,
no contaron con la trampa,
de los desalmados ingleses.
Vilca Condorí se llamaba,
era el más joven de la tripulación,
oranense de pura cepa,
su nombre quedó grabado en el panteón.
Trescientos veintitrés tripulantes,
cerraron sus ojos aquél día,
no sólo se hundió el Belgrano,
también se apagaron sus vidas.
El tiempo va pasando,
y el recuerdo siempre está,
de aquellos navegantes inquebrantables,
que lucharon con lealtad.

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