La celebración de Halloween, que tiene lugar cada 31 de octubre y se ha popularizado en Estados Unidos, tiene sus raíces en la antigua cultura celta y data del siglo VIII a.C. En aquel entonces, muchos asociaban el cambio de estación con la transición entre la vida y la muerte, marcando así el comienzo de una nueva etapa.
En la noche del 31 de octubre, miles de hogares en Estados Unidos, y también en algunos países de América Latina, conmemoran la Noche de los Espíritus. Aunque la festividad se consolidó en Estados Unidos a partir de 1845, sus orígenes se remontan varios siglos atrás.
El antecedente directo de Halloween proviene de la cultura celta, donde se conocía como Samaín, que significa «fin del verano». Según el divulgador Javier Sierra, «las noches comienzan a alargarse y la oscuridad empieza a ganar terreno simbólicamente y en la naturaleza».
Este rito, celebrado a finales de octubre, marcaba el cambio de estación, la transición del clima cálido del verano a las temperaturas más frías del otoño e invierno. En esta época, al igual que hoy en día, se observaba la caída de las hojas de los árboles, un fenómeno que muchos asociaban con la muerte y el inicio de una nueva vida.
El 31 de octubre, los celtas llevaban a cabo diversos rituales relacionados con el retorno de los difuntos al mundo de los vivos. Este evento precedía a la festividad de Todos los Santos, celebrada el 1 de noviembre. De hecho, la palabra «Halloween» proviene de la expresión en inglés «All Hallows Eve», que en español se traduce como «víspera de Todos los Santos».
Según explica Javier Sierra, «los celtas sentían que las tinieblas (de la noche) se cernían sobre el mundo y creían que los difuntos aprovechaban para venir al mundo de los vivos y llevarse consigo a las almas más vulnerables».
Fue a partir del siglo VIII, con el Papa Gregorio III, que se cambió la fecha de la festividad de Todos los Santos al 1 de noviembre, ya que hasta entonces se conmemoraba en mayo.
Para comprender plenamente esta celebración de la noche de los espíritus el 31 de octubre, es esencial mencionar a los druidas. Estos eran miembros de la clase sacerdotal en las regiones donde la cultura celta prevalecía, como Gran Bretaña, Irlanda, el norte de España, la Galia (Francia y el norte de Italia) y otras áreas celtas del continente europeo.
Según registros históricos, los druidas fueron quienes introdujeron la tradición de disfrazarse con motivos relacionados con los espíritus. «Los druidas, que existieron antes del Cristianismo, proponían disfrazarse de espíritu como forma de engañar a aquellos espíritus que aprovechaban las tinieblas para llevarse almas. Pensaban que si te disfrazabas así, pasabas desapercibido para la parca», añade Sierra.
En Estados Unidos, la celebración de Halloween comenzó a arraigarse en el siglo XIX, a raíz de la Gran Hambruna de 1845 en Irlanda. Esta crisis motivó la migración de miles de personas hacia Estados Unidos en busca de una vida mejor, llevando consigo esta tradición.
En cuanto al uso de la calabaza iluminada, en la cultura celta e irlandesa, se conoce como Jack-o’-lantern, que se traduce como «Jack, el de la linterna». Según una leyenda popular, Jack engañó al diablo y quedó en una suerte de limbo entre el cielo y el infierno. El diablo, compadecido, le arrojó un carbón encendido para iluminar su camino. Esta es la razón por la cual hoy en día se emplean calabazas con velas en su interior, como un gesto simbólico para guiar a las almas perdidas que se cree que están a nuestro alrededor.